27 julio, 2022
26 julio 2022
Las coyunturas de la actualidad, relacionadas al cambio climático y al consumo de recursos energéticos y naturales, han orillado a diversas industrias a cambiar los paradigmas creativos, incluyendo a la inmobiliaria en México.
La adaptabilidad y la regeneración son piezas clave para desarrollar proyectos sustentables que respeten los entornos que los contienen, como Reserva Santa Fe.
Como un mercado en constante crecimiento, la industria inmobiliaria se ha transformado con el paso de los años. Estos cambios se perciben desde distintas perspectivas: desde lo estético, con corrientes y materiales en tendencia; y desde lo tecnológico, con la aplicación de herramientas y procesos que brindan mayor fiabilidad, actualmente, una gestión más consciente en el consumo de recursos. Sin embargo, hay un elemento, un ingrediente fundamental que, lamentablemente, pasa desapercibido o en un segundo plano casi siempre: el entorno o ecosistema en el que se construye.
Las frases hechas condensan conceptos que pueden aplicarse en casi cualquier contexto. “Un lienzo en blanco”, por ejemplo, tiene cabida en prácticamente cualquier disciplina, ya que hace referencia al potencial casi ilimitado de un ejercicio creativo a través de esta metáfora pictórica. En arquitectura, dicha frase, hasta cierto punto, ha resultado un tanto contraproducente: el espacio donde se construye no es blanco; es decir, contiene aspectos inherentes -clima, suelo, fauna, flora, etc.- que es necesario considerar a la hora de hacer esa primera “pincelada” en un plano, para así no sólo suplantar sino armonizar en todo sentido.
Lejos de estas metáforas y sus implicaciones, proyectos como Reserva Santa Fe han virado su enfoque creativo hacia la regeneración constructiva, siendo conscientes de las necesidades, limitaciones y potencial de la región en la que están desarrollando ya el primer y único conjunto habitacional en su tipo hasta el momento en toda Latinoamérica: un enorme bosque de 197 hectáreas ubicado entre el Valle de México y el Valle de Toluca, que está en proceso de obtener uno de los certificados más importantes y estrictos en términos de sustentabilidad y adaptabilidad inmobiliaria: el Living Community Challenge.
En principio, Reserva Santa Fe ha conducido el proyecto por el trecho de la regeneración. La creación de lagos artificiales mediante captación pluvial, además de satisfacer las necesidades de los habitantes en relación a este recurso, ha devuelto la humedad a este espacio, beneficiando así a fauna y flora del lugar, como el cacomixtle, el coyote y el ajolote, además del árbol madroño, el tepozán blanco y el agave salmiana respectivamente, especies catalogadas y observadas por expertos que trabajan con Reserva desde hace años.
En este sentido, devolver los atributos naturales a este espacio también obliga a conocer, de igual forma, la injerencia e influencia que han tenido los pobladores de la región en el mismo durante años. Por ello, uno de los lugares más emblemáticos dentro de Reserva Santa Fe -que seguirá abierto al público- es el Santuario Nacelagua, localizado en las partes más profundas del bosque, con un pequeño monolito sagrado en honor a la Virgen de los Remedios, adorada por las comunidades otomíes de la región, encima de un ojo de agua que inspiró su nombre.
Dicho Santuario, más allá de fungir como un tributo al legado y cultura de las comunidades originarias de esta zona en el centro del país, es símbolo del cuidado y atención que Reserva Santa Fe tiene para con este ecosistema, su elementos naturales y hasta antropológicos. De esta manera, el proyecto inmobiliario apuesta por la adaptabilidad, rasgo que es necesario asumir en cualquier desarrollo de esta índole, sobre todo en un país como México, rico en recursos e historia, un mural natural -siguiendo la metáfora inicial-, donde es necesario repensar ya la relación que cada construcción tiene con éste.