Por Rodrigo Guerrero Chávez para el Universal Impreso / 28 de junio 2024
En el sector inmobiliario, las amenidades son pieza clave con las que se busca atraer posibles compradores, independientemente de la ubicación y características de la propiedad que está en venta o renta. La gran mayoría se han enfocado en el lujo y el bienestar, siendo los gimnasios, albercas o áreas verdes los más comunes. De ahí le siguen otras complementarias, como salones de eventos múltiples, business center, spas, salones de belleza e, incluso, salas de cine.
En años recientes se ha añadido a la lista los huertos urbanos que permitan a los habitantes cosechar sus propios insumos para su futuro consumo, todo dentro de su misma vivienda.
Si bien, este modelo de autoconsumo ya existía hace décadas en México, fue el crecimiento demográfico, la necesidad de construir ciudades más grandes y hasta la gentrificación lo que provocó que esta práctica ‘desapareciera’ o se mudara a otras regiones. Para mediados de la década de los ochenta la agricultura urbana toma relevancia dentro del proyecto de construcción de ciudad en la capital del país, conocida popularmente como revolución verde. “Los primeros lugares de agricultura urbana en la ciudad son retomados de las huellas de los edificios que fueron derrumbados o que tuvieron graves daños y pudieron ser demolidos durante los sismos del 85, tal es el caso del huerto de Tlatelolco, que es uno de los de mayor importancia en la Ciudad de México, justamente en la huella del edificio Oaxaca”, comenta el científico.
VOLVER AL PASADO
En la actualidad, este modelo autosustentable ha sido retomado por algunas inmobiliarias y lo está adoptando como parte de su oferta de amenidades, tal es el caso de Reserva Santa Fe, donde los habitantes de este exclusivo desarrollo residencial, ubicado en medio de un bosque al poniente de la Ciudad de México, gozarán de un huerto que ya está en marcha.
Gracias a las bondades de la tierra, su privilegiada ubicación y clima, es que dentro de este lugar se han encontrado especies frutales, aromáticas, medicinales, así como otros comestibles nativos de la región, que comprende el corredor otomi-mexica, que buscan poner a disposición de los futuros inquilinos. “El invernadero tiene una superficie de 300 metros cuadrados, funciona con energía solar, a través de celdas, y tenemos un sistema de riego automatizado para programar su intensidad”, menciona Andrea Ticó Valadez, coordinadora de conservación y restauración en Desarrollo y Ecología de Reserva Santa Fe, sitio donde se capta agua de lluvia y se deposita en un tanque de 86 mil 300 litros de agua, conectado a un sistema de canaletas que tiene el invernadero para hacerlo autosuficiente. “La intención de este invernadero es darle abasto a la gente que va a vivir aquí, que puedan acceder a alimentos frescos, cosechados aquí mismo y que sean parte de su consumo diario”, comparte la bióloga sobre los planes que tienen sobre esta amenidad. Actualmente, dentro del desarrollo ya se cosechan acelgas, chícharos, lechugas, zanahorias, espinacas, jitomate, perejil, brócoli, hinojo, huauzontle, entre otros.
“Estamos experimentando con ajos y otras variedades que nos puedan dar esa diversidad alimentaria para la gente que se estará estableciendo aquí”, señala Ticó.
Además del área de germinación, donde se trabaja directamente con la semilla, en este complejo inmobiliario están por implementar el sistema de policultivo, donde varias especies podrán desarrollarse en un mismo espacio, favoreciendo la diversidad dentro del ecosistema.
MANOS A LA TIERRA
Aunque se piensa que un huerto en casa o departamento resulta costoso o complicado de instalar, según el Doctor Planta éste se puede iniciar con macetas hasta con instalaciones con infraestructuras especializadas para adaptar azoteas y balcones. “La clave de la agricultura urbana consiste en reciclar, reducir y reutilizar, darle vida a esos recipientes que consideramos que son basura, que pueden tener un segundo uso. Entender que parte desde que el ciudadano empieza a tener conciencia de que una semilla, si se le brindan los cuidados necesarios, en un periodo de 28 a 45 días se puede dar resultados, tal es el caso de la lechuga o las acelgas”, explica el también ganador al Premio Nacional Divulgación Científica CONACYT.
De ahí su recomendación de iniciar un cultivo en un recipiente de cartón de huevo, “que es la mejor maceta porque trae nutrientes”, explica, y utilizar humus de lombriz, con tierra de hojas o negra para cultivo de plantas y depositar las semillas, principalmente nativas. “Lo importante aquí es reconocer que todos podemos ser agricultores urbanos, no es necesario ser un profesionista, simplemente con que se tenga la paciencia y el amor a las plantas, que lo pueden hacer porque es un instinto nato que tenemos también los humanos en la domesticación de las plantas y es volver a retomar nuestro contacto con la naturaleza”, señala el científico, y es que, de acuerdo con su experiencia, las nuevas generaciones, especialmente los niños, están desconectados y desconocen el origen de sus alimentos. “Es importante volver a generar esta consciencia para que ellos puedan entender el compromiso y la importancia de cuidar y de volver a reverdecer las ciudades”, finaliza.