Reserva Santa Fe es un desarrollo residencial premium de baja densidad, con un alto valor social y ambiental, que inició su construcción en diciembre de 2020.
El proyecto contempla la edificación de 500 casas, la conservación del corredor boscoso que divide los valles de las ciudades de México y de Toluca, la puesta en marcha de un nuevo modelo de negocios que incluye a comunidades y pueblos originarios como socios de pleno derecho.
Reserva Santa Fe tiene una extensión de 195 hectáreas, de las cuales 110 son área boscosa protegida bajo la figura de reserva nacional privada. De la extensión total de terreno, 86% corresponde a áreas verdes y 14% se destinará a la construcción de vivienda residencial.
Reserva Santa Fe contempla la construcción de 500 casas residenciales nivel premium, aunque el uso de suelo permite la construcción de hasta 1,500, garantizando una baja densidad. De esta manera, su contribución ambiental trasciende en el uso sustentable del terreno, ya que del tamaño mínimo del lote equivalente a 1,000metros cuadrados, se construirá únicamente en una extensión correspondiente a 40%.
Este proyecto representa una inversión de aproximadamente 5 mil millones de pesos, sin considerar la construcción de las casas. La primera etapa del proyecto se realizará en un periodo de tres años, sin embargo, los trabajos de construcción se mantendrán activos por siete años más, una vez que se concluya la edificación de las viviendas.
Reserva SantaFe, considerado el primer desarrollo inmobiliario con huella ecológica positiva, es el único proyecto en América Latina y uno de los 24 en todo el mundo registrado para obtener la certificación de Living Community Challenge del Living Future Institute, el estándar de calificación más riguroso en cuanto a construcción sustentable.
Algunos de los datos eco eficientes que se estiman durante su edificación y operación son la captación de agua pluvial para uso y recarga de mantos acuíferos; descarga cero, manejo y tratamiento de aguas residuales totales; diseño de irrigación pasiva del paisaje y colocación de paneles solares en las viviendas para la generación de toda la energía eléctrica que se consuma.
También se planea la existencia de una estación de monitoreo, en la que investigadores especializados levantarán variables de evaluación que registren la evolución dela salud del bosque. Esta estación de monitoreo será el único edificio dentro de la zona boscosa y una organización no gubernamental especializada se encargará de su administración.
Reserva Santa Fe está dirigido a quienes gustan del contacto con la naturaleza sin perder el confort y la exclusividad. El proyecto tiene más de 25 kilómetros de senderos peatonales y para bicicleta, lo que lo hace un espacio ideal para la actividad física en contacto con la naturaleza.
El esquema de negocio de Reserva Santa Fe incluye a 80 familias de ejidatarios como socios del proyecto, aportando la tierra al fideicomiso, como lo haría cualquier otro inversionista de pleno derecho. Además, Reserva Santa Fe empleará a 2 mil personas de manera directa, de las cuales 1,500 o 75% proviene de comunidades aledañas.
Por otro lado, se ha desarrollado una cadena de proveeduría local para que los residentes adquieran sus productos de primera necesidad de las comunidades vecinas ,específicamente en el poblado de Salazar.
El terreno de laReserva tiene ya claros abiertos que se destinaban al cultivo de los ejidatarios. Sin embargo, los claros que se encuentran dentro del bosque serán reforestados para compactar el área protegida, mientras que en los claros restantes se hará la lotificación, evitando la destrucción del bosque.
Reserva Santa Fe tiene más de 25 kilómetros de senderos peatonales y para bicicleta, ideal para realizar actividades físicas en contacto con la naturaleza, campos de futbol, canchas de tenis y de paddle tenis, puentes colgantes, tirolesas, vivero y granja; mismas que respetarán la flora local, dominada por oyameles.
De ninguna manera, el proyecto, junto con un equipo de antropólogos, se ha dedicado a rescatar la historia del sitio y de la zona y plantea poder compartir todo el conocimiento tanto de la cultura otomí como de los pobladores originales a través de una casa de cultura, de hecho, dentro del terreno existe un santuario otomí, en el que se mantendrá el libre paso a perpetuidad para respectar el uso religioso, cultural y tradicional, reforzando los vínculos con las comunidades originales.