2 julio, 2025
Publicado por El Economista
Se estima que los proyectos de urbanización sostenible representen hasta 30% del mercado inmobiliario en la próxima década
En los próximos años, vivir en un entorno que regenere la naturaleza en lugar de dañarla podría dejar de ser una aspiración idealista para convertirse en el nuevo estándar inmobiliario. Mientras el mercado global se transforma, la construcción regenerativa emerge como una de las apuestas más sólidas, ya que no solo promete ciudades más saludables, sino también propiedades con mayor valor y proyección a largo plazo.
Según la firma consultora McKinsey, los proyectos de urbanización sostenible podrían representar hasta 30% del mercado inmobiliario global en la próxima década. Este crecimiento proyecta un impacto significativo en la valorización patrimonial a mediano y largo plazo.
A diferencia de los enfoques tradicionales, el modelo de construcción regenerativa busca no solo minimizar el daño ambiental, sino también restaurar el ecosistema, mejorar la eficiencia operativa y fortalecer tanto el valor percibido como el valor real de las propiedades.
En México, el proyecto Reserva Santa Fe se presenta como un ejemplo de este enfoque. Se trata del primer desarrollo inmobiliario en América Latina que aspira a obtener la certificación Living Building Challenge, otorgada por el International Living Future Institute (ILFI), una de las instituciones más reconocidas en el ámbito de la construcción regenerativa.
El modelo regenerativo no se limita a una visión ética o ambiental; también representa una estrategia con impacto financiero tangible.
Pedro Gómez Gallardo Aguilar, director de Operaciones de Reserva Santa Fe, explicó que la tierra mantiene su reputación como una de las inversiones más sólidas a largo plazo. Mencionó que el proyecto se encuentra en una fase temprana, lo cual ofrece una ventana de oportunidad para quienes buscan adquirir propiedad con alto potencial de valorización conforme avance el desarrollo.
A diferencia de modelos que siguen certificaciones como LEED o prácticas ecoamigables generales, la construcción regenerativa establece estándares más estrictos. Entre las medidas adoptadas por proyectos como Reserva Santa Fe se encuentran:
Estas acciones permiten reducir costos operativos, mejorar la calidad de vida y generar una valorización más sostenida en el tiempo.
Además del impacto financiero, el proyecto también ofrece beneficios ecológicos medibles. En una superficie de más de 150 hectáreas, se han registrado 196 especies de aves, así como fauna local como linces, cacomixtles y coyotes. Otros esfuerzos incluyen:
Estas medidas no solo responden a criterios técnicos, sino que también refuerzan la idea de construir comunidades más sostenibles y con proyección a largo plazo.
Actualmente, solo dos desarrollos en el mundo han sido reconocidos como Comunidad Emergente por el ILFI. Uno de ellos es Reserva Santa Fe. Mientras muchas ciudades apenas comienzan a explorar estos enfoques, este proyecto ya ha integrado prácticas regenerativas como parte de su funcionamiento cotidiano.
En palabras de su fundador, Armando Turrent, el objetivo es demostrar que es posible construir comunidades que restauren los recursos naturales, en lugar de agotarlos. Más allá de edificar viviendas, se busca generar entornos resilientes que prioricen el equilibrio ambiental y la calidad de vida.
Este artículo fue tomado del sitio web de El Economista. Lee el artículo original aquí.